jueves, 3 de enero de 2013

Pastel de piña invertido

Antes de nada, quiero desearos a todos un feliz 2013. El 2012 fue un gran año para mi por muchos motivos; sin duda, es un año que no olvidaré fácilmente y tengo la sensación de que el 2013 viene cargado de sorpresas.

Hace ya casi un mes desde que publiqué la última receta pero con las fiestas y algunos asuntos que requerían mi atención, apenas tuve tiempo para detenerme a cocinar, sacar fotos y todo el trabajo que hay detrás de cada entrada. Sin embargo, sí hice algunos experimentos rápidos que tenía pendientes; algunos todavía necesitan más trabajo de I+D pero otros verán la luz pronto, entre ellos este pastel de piña que os enseño hoy.


Se trata de uno de esos bizcochos que llevan piña y caramelo en el fondo, al que se le da la vuelta después de horneado. Obviamente, no estoy descubriendo la pólvora con esto de los pasteles invertidos (ó como dirían los anglófilos: "upside down cake") pero ésta es mi receta y os la quiero enseñar.

Yo siempre os animo a preparar vuestro propio caramelo en lugar de utilizar el caramelo comprado, porque así le podéis dar el punto que más os guste; pero en este caso es algo fundamental, pues el caramelo tiene que ser muy clarito para que durante el horneado no se tueste de más y nos amargue la receta. Además, aprovecharemos para aromatizarlo y así el resultado final será de traca.

Por favor, no me utilicéis piña de lata... su sabor no le llega ni a la suela del zapato al de la piña natural. Pelar y trocear la piña fresca es un pequeño esfuerzo que marcará la diferencia entre un pastel de piña mediocre y uno espectacular.

En cuanto al bizcocho, no quise hacer uno esponjoso y aireado; en este caso es un bizcocho denso y jugoso, gracias a sus componentes principales: mantequilla y queso. Los bordes del bizcocho quedan crujientes, recordando casi a una pasta de té -sobre todo por su sabor a mantequilla- y el interior queda húmedo y sabroso. La piña caramelizada por arriba completa la paleta de sabores y hace que cada bocado sea un placer.

Vamos a ponernos manos a la obra:

Ingredientes:

200g de piña natural cortada en daditos
100g de azúcar
Media cucharadita de canela en polvo
Una pizca generosa de sal
2 cucharadas de agua

125g de queso de untar
125g de azúcar
125g de mantequilla a temperatura ambiente
2 huevos
1 cucharadita de extracto de vainilla
250g de harina
1 cucharadita de levadura

Preparación:

Precalentamos el horno a 180ºC.

Ponemos en una sartén ó en una tartera los 100g de azúcar, la canela, la sal y el agua y preparamos un caramelo muy clarito, que apenas empiece a tomar un tono dorado. Entonces añadimos la piña troceada y subimos el fuego para evaporar el agua que suelte. Revolveremos la mezcla frecuentemente para que no se nos pase el punto del caramelo. Cuando empiece a espesar lo retiramos del fuego y lo repartimos en el fondo del molde que vayamos a utilizar -yo lo preparo directamente en la tartera de acero que luego utilizo como molde-.

Por otro lado, ponemos en un recipiente el queso de untar, los 125g de azúcar y la mantequilla y lo batimos todo hasta conseguir una crema homogénea. Añadimos los huevos y la vainilla y mezclamos bien.

Entonces agregamos la harina y la levadura tamizadas y batimos hasta homogeneizar. Quedará una masa muy espesa.

Repartimos la masa sobre la piña. Como es una masa muy densa, iremos repartiendo "pegotes" por encima de toda la piña y, finalmente, alisamos la superficie.

Horneamos durante 45-50 minutos a 180ºC, hasta que al pinchar el bizcocho el cuchillo salga limpio.

Al retirarlo del horno, pasamos un cuchillo ó espátula por el borde del molde para despegar el pastel y le damos la vuelta -con cuidado de no quemarnos- sobre el plato en el que lo vayamos a servir.

Podemos servirlo recién salido del horno, todavía caliente, ó frío; es delicioso de ambas formas.

A disfrutar!

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